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Vivimos
inmersos en la locura. Rodeados, gobernados y agredidos por todo tipo de
maltratadores, manipuladores, dictadores, saqueadores y delincuentes en general. Por no hablar de las masas ingenuas,
neuróticas, ávidas, rabiosas, dependientes... Y los grandes
trastornados y psicóticos. ¿En qué clase de purgatorio vivimos? Pero ya
conocemos los orígenes de todo esto. Se trata de la famosa ley del
"Pez Grande
se Come al Chico", vigente
en todos los ámbitos, desde las parejas y las familias
hasta las corporaciones y los estados. En términos psicológicos, esto significa la
violencia permanente contra el ser humano desde
su nacimiento, es decir, la creación en serie de individuos egocéntricos,
vacíos, codiciosos y violentos. ¡Las "células" de nuestro tejido social!
(1). A algunas de las cuales les damos el nombre de
psicópatas.
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La
principal defensa humana contra toda clase de sufrimientos es la
mentira. Es decir, la negación de las causas reales de los conflictos y su
sustitución por todo tipo de engaños, que suelen ser menos dolorosos que
la mayoría de verdades. En todos los ámbitos -individual, familiar, social, político-
podemos observar la misma pauta. Al reconocimiento de cualquier verdad lo
llamamos concienciación. Y a los métodos para concienciar las verdades
referentes a nuestros problemas psicoconductuales los
denominamos psicoterapias. (Leer más...)
Observa
la foto de este apetitoso helado. ¿Te la comerías? (Me refiero a la foto,
no al helado). ¿Te refrescaría, te nutriría comerte esta imagen, esta
representación de un helado, por muy maravilloso que éste sea? Pues bien,
esto es precisamente lo que hacen millares de personas cuando leen libros de
psicología o autoayuda. O millares de terapeutas cuando estudian
sus manuales y coleccionan sus diplomas... Cultivan meramente "fotografías" de
lo real. Y, de
entre todas las representaciones, las más ilusorias son las
que se refieren a la maduración y la sabiduría. 
Ante todo, debe usted ser paciente. Los niños suelen
ser bastante fuertes y los primeros síntomas neuróticos tardarán algún tiempo en
manifestarse. El niño siente que usted está de su parte y, para destruir esa
confianza, o al menos parte de ella, deberá trabajar duro. 
Quizá descubramos un día que el TLP no es, en esencia, NADA especial.
Como
cualquier ser humano, ningún político es mejor que su propia neurosis. Todos
elegimos nuestra profesión, relaciones, actividades, ideologías, etc., desde la
neurosis que sufrimos. A través de ello, de todo cuando sentimos, pensamos,
decimos y hacemos, expresamos nuestras heridas emocionales y, a la vez,
intentamos aliviarlas. No puede ser de otra manera. Cualquier persona
mínimamente entrenada en la observación psicodinámica percibirá fácilmente
muchos mecanismos neuróticos subyacentes en muchos artistas e intelectuales. En
numerosos personajes públicos y de la televisión. En la mayoría de nuestros
amigos, vecinos y compañeros de trabajo. En las opiniones de mucha gente en
internet y demás medios de comunicación. Y, sobre todo, en las personas más
entregadas a ciertas causas, entre ellas la religión y la política. 
Es increíble la obsesión
occidental con el sexo.
Cuando una mamá se sienta ante mí en la consulta, yo no la veo ni la trato
como a una mamá, sino como a una mujer hija de otra mujer. Tanto si esa mamá
viene por problemas personales como si viene a causa de hijos "problemáticos",
yo sigo viendo lo mismo: una mujer hija de otra mujer. Y, lo mismo que un
hortelano no se preocupa tanto de sus manzanas como de la salud de sus manzanos,
yo me intereso principalmente por los conflictos que dicha persona pueda sufrir
respecto a su propia madre y otras relaciones afectivas cruciales. Porque, si
conseguimos aliviarlos, todo lo demás mejorará por sí mismo. 
Estas
vacaciones, Olga y yo nos hemos dado una vueltecilla... por el infierno. El
infierno del feminismo actual (en España y, por extensión, el mundo), con sus
estragos, sus orígenes, su psicología secreta, sus mentiras y sus contradicciones.
Nuestros guías han sido
Si tienes un libro y lo cambias de lugar, sigues teniendo un libro. Si
cambias mil libros de sitio, continúas teniendo mil libros, sólo que
organizados de otro modo. ¿Y si tienes un millón de libros? Tendrás
una gran biblioteca... pero no más que esos mismos libros. Ahora bien, si
una semilla germina en tu jardín y se ha convertido en un bello arbolito. O si
ciertas orugas se te han mudado en mariposas. O incluso si un bebé se convierte
en Mozart o Buda, ¡eso sí son verdaderos cambios! Transformaciones. Lo
primero fue sólo movimiento, multiplicación, redistribución de las cosas. Lo segundo, metamorfosis. Mutación cualitativa de unos seres en otros. 
"En
su viaje por el norte del río Han, Tzu-Gung vio a un anciano trabajando en su
huerto. Había excavado un canal de riego y lo iba llenando con cubos de agua que
trabajosamente iba sacando de un pozo. Sus esfuerzos eran enormes, pero los
resultados escasos. Tzu-Gung le dijo: «Hay un medio por el que podrías regar
cien surcos en un solo día; con poco esfuerzo podrías hacer mucho más. ¿No te
interesaría?" Se alzó el hortelano y preguntó: «¿Qué medio es ése?» Tzu-Gung
respondió: «Es una pértiga de madera, ligera de un lado y pesada por el otro.
Saca tan rápido el agua del pozo que parece que bulle. Se llama cigoñal". El
anciano puso mala cara y dijo: «He oído decir a mi maestro que cualquiera que
emplee una máquina hará todo su trabajo como una máquina. Al que hace su trabajo
como una máquina, el corazón se le vuelve una máquina. El que tiene un corazón
como una máquina pierde su sencillez. Y el que ha perdido su sencillez pierde la
paz y la armonía del espíritu. No es que desconozca tales cosas, es que me
avergüenza usarlas." (Chuang-Tzu, 12,11) 
Como todos sabemos, en el mundo inconsciente las cosas suelen ser lo contrario de lo
que parecen en el mundo "conductual" y social. O viceversa: a menudo lo que
apreciamos a simple vista es lo opuesto de lo que ocultamos bajo la superficie
de nuestras máscaras. Esto lo observamos incluso en ese asunto tan obsesivo para nuestra civilización como son la riqueza y la pobreza. 
Nuestro mundo no puede existir sin basuras. La vida humana es un continuo generar residuos. En lo psicológico,
también producimos detritus sin cesar y, de hecho, nos protegemos con ellos y
habitamos en ellos. La suciedad forma parte de nuestro corazón, nuestra mente,
nuestros sueños. Está por todas partes. Algunas de sus variedades reciben
nombres tan magníficos como, p. ej., creencias, optimismos,
promesas, esperanzas... (Otras son llamadas "fuerza de voluntad", "culpa",
"perdón"...). Analizaremos seguidamente los cuatro ejemplos citados, a fin de desvelar su toxicidad
secreta. 
Algunas personas en terapia se sorprenden cuando les digo: "tú no
quieres curarte". O "a ti no te pasa nada". O "estamos perdiendo el tiempo".
Etc. Están tan convencidos -junto con la sociedad entera- de que, puesto que
sufren, padecen entonces algún "trastorno" necesitado de ayuda, que no pueden aceptar,
y ni siquiera concebir, que su problema pueda ser un fraude. Y la verdad es que,
a menudo, lo es. 
Aquí
os recomiendo un
excelente artículo de la psicoterapeuta
Siempre me
maravilla que grandes masas de personas, con sus líderes e
intelectuales a la cabeza, pretendan "conocer" la Historia, la sociedad o
las "soluciones" que requiere el mundo, cuando ni siquiera
son capaces de acceder sin deformaciones a la historia de sus propias familias y,
menos aún, a su propia biografía personal o los secretos de su corazón. Y la
cuestión es obvia: ¿cómo alguien que no se conoce
a sí mismo podría jamás conocer nada en absoluto? Igual que un cuerpo sin
mente está en coma, una mente ciega es casi vegetal. Pese a lo cual, o por
eso mismo, millones de personas -con
sus líderes e intelectuales a la cabeza- insisten en manipular al azar (o sea,
con violencia y en vano) la realidad. Ninguna cantidad de siglos de fracasos
parece convencernos de que, sin el profiláctico "conócete a
ti mismo" pregonado desde la Grecia antigua hasta los modernos Freud o Miller,
todos nuestros esfuerzos de felicidad son inexorablemente inútiles. 
Vivimos
inmersos en la locura. Rodeados, gobernados y agredidos por todo tipo de
maltratadores, manipuladores, dictadores, saqueadores y delincuentes en general. Por no hablar de las masas ingenuas,
neuróticas, ávidas, rabiosas, dependientes... Y los grandes
trastornados y psicóticos. ¿En qué clase de purgatorio vivimos? Pero ya
conocemos los orígenes de todo esto. Se trata de la famosa ley del "Pez Grande
se Come al Chico", vigente en todos los ámbitos, desde las parejas y las familias
hasta las corporaciones y los estados. En términos psicológicos, esto significa la violencia permanente contra el ser humano desde
su nacimiento, es decir, la creación en serie de individuos egocéntricos,
vacíos, codiciosos y violentos. ¡Las "células" de nuestro tejido social!
